Alguno de los que lea este post, pensara que esto va de publicidad, eslóganes o del coleta de Podemos.
Tranquilos no voy a proponer crear un circulo ciudadano @BichosRunners, para hacer asambleas de votación, decidiendo la próxima quedada para trotar a ritmo de 5’00 min/km.
Os voy a contar porqué si se puede, porqué siempre se puede, y porqué nuestros límites están más lejos de los que nosotros mismos conocemos.
Mi historia podría empezar por muchos sitios, por la de un niño rubio que se ponía colorado cuando aceleraba el paso, y suspendía gimnasia, o por la del adolescente que hacia todos los deportes que se ponían de moda, pero que en todos era un desastre.
Esa historia cambio ahora hace unos 3 años, pero para llegar ahí, hay que remontarse a un invierno de los años 90, cuando una sucesión de días de fiebre alta me llevaron a una cama del Carlos Haya, durante 10 días.
De allí salí con una afección crónica renal, que no precisaba más que controles rutinarios durante años.
Todo fue rutinario y normal hasta que en año 2009, 2 meses antes de que naciera mi hija, tuve que empezar con la diálisis. La diálisis es el tratamiento sustitutivo de la función renal, porque o te tratan o simplemente te mueres. Así de crudo y duro.
Mi vida se dio la vuelta como un calcetín, solo veía el día siguiente y la cara de mi hija, para tener las fuerzas suficientes para levantarte de la cama, irme a un centro de diálisis, y pasar 5 horas, viendo cómo te quita un poco de vida, a la vez que te la da, esa máquina enorme que limpia tu sangre…y siempre pendiente de el teléfono que parece que nunca suena con la noticia que esperas.
Y un día suena el teléfono, en mi caso fue la tercera vez, un viernes de dolores de hace 3 años, 8 meses y 11 días…y allá que vas a un quirófano, lleno de esperanza y de miedo, viendo la cara de tu mujer y de tus padres con el mismo miedo y la misma esperanza que tu, imaginando que por fin tu vida puede cambiar, que puedes volver a dormir fuera de casa, a comer plátanos, a beber agua, a acompañar a tu hija a las clases de natación.
Muchos pensareis ahora, y esto que tiene esto que ver con el running. Pues en mi caso mucho. Al que ahora algunos conocéis, llegó a pesar 80 kilos y se ahogaba subiendo las escaleras de su casa después de salir del hospital ya trasplantado, y pasar unas meses de vida cuasi normal, que en mi caso, se resumen, en 16 pastillas diarias, control de la tensión y del volumen de orina.
A esos 80 kilos le siguieron un aviso de los médicos: Óscar si quieres que tu nuevo riñón te dure, tienes que bajar de peso y comer un poco menos.
El resto de la historia, más o menos la podéis imaginar… De andar a trotar, de ahí, a correr un poquito, comprate unas zapatillas “de correr”, hacer 5 km…
Y poco a poco pequeñas metas, sin pretensiones, disfrutando, sufriendo, viendo la cara de mi mujer y mi hija en todas las metas, algunos diez mil, cinco medias maratón, dos maratones, cada vez un poquito más rápido, y un poquito más lejos, y siempre en la mente una frase, en los momentos difíciles, cuando las piernas ya no van, y en los momento en que cruzas el arco de meta… SI SE PUEDE…
NUNCA LO OLVIDEIS, SI YO PUEDO VOSOTROS TAMBIEN