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En Busca del Norte Perdido

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En Busca del Norte Perdido

Antes de entrar en materia quiero comentar que la intención de este escrito no es la de divertir ni tampoco la de motivar. Pretendo que cada valiente que lo lea completo consiga analizarse y reflexionar sobre el contenido. Ya advierto que hay contenido. Mucho y profundo. De cada uno dependerá el provecho que le vaya a sacar.

Hacía unas semanas que rondaba por mi cabeza escribir el post que nos ocupa pero, como nos pasa a la mayoría, la falta de tiempo y, en algunos casos, la falta de ganas para empezarlo, han hecho que lo haya ido retrasando hasta hoy.

Pero quizás el impulso que necesitaba me ha venido de la mano del preparador físico y director de www.unkilometromas.com, Álvaro Rodríguez, quien con unos ideales forjados a base de experiencia y formación muy similares a los míos, publicó recientemente un artículo donde hablaba sobre el Deportista Natural y la pérdida de la esencia de aquéllo que nos lleva a practicar cualquier tipo de deporte.

Y es que en principio todos los que realizamos algún tipo de ejercicio de forma regular (entendamos la regularidad como “al menos una vez a la semana”) estaremos de acuerdo en que la motivación principal es la Salud, ¿o no? La mayoría de nosotros afirmaremos que así es, pero quizás muchos os déis cuenta al finalizar esta lectura que probablemente la máxima de la Salud haya pasado a un segundo plano de manera más o menos inconsciente.

Según el último anuario sobre estadísticas deportivas publicado a principios de año (www.mecd.gob.es), la población que practica alguna modalidad deportiva de forma regular ha pasado de un 35% en 2008 a un 42,8% en 2014. Desglosando por grupos de edad nos encontramos que de 15 a 24 años el 59,8% lo realiza, un 44,6% de 25 a 54 años y tan sólo un 23,3% en mayores de 55 años.

Gr+ífico

De igual manera, los últimos estudios epidemiológicos muestran un preocupante porcentaje de obesidad infantil en los peques entre 6 y 9 años, ni más ni menos que un 35%; así como el 26% de niños entre 8 y 17 años, que tienen sobrepeso, y el 53,7% de los adultos que presentan sobrepeso u obesidad… ¡¡¡ más de la mitad de la población adulta !!!

Estos datos por sí mismos ya nos dicen muchísimas cosas acerca de lo mal que lo estamos haciendo en cuanto a hábitos deportivos y alimentarios, no cabe duda, pero si conseguimos ver un poco más allá, nos daremos cuenta que proporcionalmente a lo mal que hacemos las cosas, mayor oportunidad de negocio se genera para quien lo sabe aprovechar. Y me explico…

El último estudio estadístico sobre Economía en Andalucía (escogemos Andalucía por ser la comunidad autónoma líder en licencias federativas, con 524000 en 2014), el deporte genera más de 76000 empleos con un impacto directo de 7600 millones de euros. Aquí se engloban todos aquéllos negocios promotores de la salud (centros wellness, gimnasios, etc) y todo el sector de suplementación y alimentación deportiva. Si tenemos en cuenta que el grueso de quienes practican deporte ronda los 25 años y disponen de cierta independencia económica como para invertir en sus hobbies, se crea un escenario perfecto para el negocio… pura ley de oferta y demanda.

Esta proliferación de negocios no es en sí algo negativo, realmente no lo creo, pero valorando la maleabilidad y lo influenciable de cada individuo por el mercado sí que me atrevería a afirmar que el impacto que está ejerciendo en el mismo es mayoritariamente negativo. Por desgracia el Ser Humano en el ámbito más general, se ha convertido en una marioneta de escasa voluntad con el agravante de creer que sí la tiene. Somos exageradamente permeables a la publicidad y, en definitiva, a todo lo externo.

Esto es así en cualquier sector, alimentario, farmacéutico, deportivo, sanitario… nos creemos todo lo que nos cuentan por el mero hecho de existir, sin cuestionarnos si verdaderamente es beneficioso para lo único importante: nuestra salud.

Y precisamente sobre esto habla muy críticamente Álvaro Rodríguez en su artículo; de todos esos mitos, realidades a medias y publicidades varias que degeneran en argumentos erróneos que damos por hecho ser ciertos, y que tantísimo daño pueden causar. Veamos unos ejemplos de lo que él denomina “sabiduría popular”:

“Ah pero eso es normal, las lesiones forman parte del deporte, hay que acostumbrarse al dolor”. Por ende llenamos las consultas de fisioterapeutas, entrenadores y médicos cuando el mal está hecho en lugar de hacerlo como prevención y formación.

“Si eres deportista puedes comer lo que quieras; no vas a engordar, lo vas a quemar”. Nos preocupa nuestra apariencia en exclusiva; la gordura es un problema pero no parece quitarnos el sueño lo que esa comida que ingerimos produce internamente: problemas de hígado, riñón y páncreas, por ejemplo.

¿Sabéis que en España hay casi 29000 niños menores de 15 años con diabetes? ¿Hacemos algo al respecto o ponemos los medios para evitarlo? Es evidente que no. Seguimos fomentando la antidieta a base de azúcares y harinas refinados mientras hipotecamos las vidas de nuestros hijos, dejándoles un triste legado donde toda la responsabilidad es íntegramente NUESTRA.

“Cada 30 minutos hay que beber entre 250 y 300 ml de una bebida isotónica, hipertónica, hidrocarbonatada…”

– “Para una carrera larga, mejor prevengo dolores y me tomo un ibuprofeno”. Increíble. Inexplicable. Irresponsable. ¿Quién en su sano juicio lo haría? Por desgracia no es un caso aislado y es una de las prácticas que suponen peligro real para el organismo.

Según señaló la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (SEFAC) el pasado 17 de noviembre en su congreso de Barcelona, un 8’5% de españoles toma dosis diarias excesivas de ibuprofeno. El British Journal of Sport Medicine reveló que en el último Mundial de Fútbol, cerca del 40% de los jugadores reconoció haber tomado AINES (antiinflamatorios no esteroideos) antes de cada partido. En el mundo del running, según varias encuestas (que no he podido contrastar, todo sea dicho) alrededor del 70% de los corredores reconocen haberlos tomado como prevención del dolor y para aumentar el rendimiento deportivo antes de un entrenamiento o carrera.

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Debemos ser conscientes que la práctica de ejercicio extenuante origina un trauma intestinal de corta duración debido a que la sangre que debería fluir normalmente por el intestino, se utiliza en los tejidos musculares. Esta falta de sangre daña irreparablemente las células que recubren el intestino. Por otra parte, tan solo 400 mg de ibuprofeno antes del ejercicio es capaz de destruir tejido celular intestinal hasta aumentar de forma exponencial la permeabilidad intestinal.

Traducido a un idioma entendible, las bacterias y enzimas digestivas se filtran al torrente sanguíneo donde lo menos preocupante que implica es el compromiso de absorción de nutrientes y, por tanto, la imposibilidad de regeneración celular tras el esfuerzo. Como se puede imaginar, esto mantenido en el tiempo es causa de graves patologías intenstinales de diferente pronóstico.

“Lo mejor después de un duro entrenamiento es tomarse un par de cervezas… hay investigaciones que así lo afirman”. Siento desilusionaros pero es falso. Salvo el mero hecho del beneficio social de reunirse tras un entrenamiento o carrera, y el placer psicológico de disfrutar ese momento, la ingesta de alcohol debe ser casi nula siempre. El beneficio supuesto para el corazón de la copita de vino diaria, basado en las propiedades de la uva, o la cerveza bien fresquita con los amiguetes, por tratarse de cebada, no es más que una información socialmente aceptada impulsada por toda la industria que rodea al mito. (Lo sé, este punto duele y el 99% no estáis de acuerdo, pero es porque no queréis estarlo, jeje)

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Por supuesto nos encontramos en la era de la información y SanGoogle está siempre dispuesto a ofrecernos aquéllo que queremos encontrar. No será difícil localizar estudios con investigaciones realizadas mediante procedimientos dudosos que certifiquen lo contrario de lo que comento. Lo difícil es ir contra la norma y que nos toquen nuestras costumbres, pero para ello debemos ser rigurosos y aprender a filtrar la información que recibimos.

¡¡¡ Huyamos de las dietas !!! Paleolíticas, hiperproteicas, macrobióticas, monodietas… más de lo mismo, ¿nos preguntamos en qué puede afectarnos cada una? El no percibir daños a corto plazo no significa que no se estén produciendo. Muchas de estas dietas producen afecciones hepáticas, tiroideas, insulínicas, cetogénicas… absolutamente todo lo que hacemos deja su huella fisiológica en nuestro organismo. No sabemos comer

¿Y dónde dejamos la suplementación deportiva con sus geles, pastillas y barritas llenas de aditivos? ¿Cuántos de vosotros no los consumís frecuentemente? Deberíamos recordar que antes del boom de este tipo de suplementos ya se hacían marcas “decentes” en maratón. Una lástima que no podamos preguntar a Clarence DeMar cómo ganó el Maratón de Boston en 1922 con 2h18:10 y sin geles… ¡Qué locura!, ¿no?

MAR KE TING…

1MediaMARATONMarzo19Nos da igual que un gel nos destroce el estómago, nos baje el azúcar repentinamente y nos arruine una carrera. Seguiremos tomándolo porque es así, existe en el mercado y por ello debe de ser bueno.

Pero aún después de haber leído todo esto nos extrañará ver que cada vez son más los atletas, populares o no, que se desvanecen en la misma línea de meta y fallecen. Lo llamaremos muerte súbita, infarto o embolia, pero lo cierto es que todos tienen en común una acidosis metabólica extrema. No obstante siempre veremos la paja en el ojo ajeno y nos justificaremos con nosotros mismos; al fin y al cabo practicamos deporte con moderación, comemos sano y bebemos cerveza ocasionalmente. Autocrítica.

Quedémonos con esto último, acidosis metabólica. No dejemos que nos cuenten las cosas. Estemos atentos a lo que nos rodea. No dejemos pasar por alto advertencias como la que os hago hoy. Nuestro cerebro “multitasking” ha ido en detrimento de nuestra capacidad de atender; ¡¡ despertemos de una vez !!

Valoremos nuestros retos objetivamente, espaciando los mismos y adaptándolos a nuestra forma física REAL, no a la que quisiéramos tener para superarlos. Saltar del sillón al asfalto de un día para otro y meternos una media maratón, es deporte, pero tampoco es sano. Realicemos una progresión lógica en nuestra trayectoria competitiva; que podamos hacer tres medias maratones y un maratón en nuestro primer año como corredor no nos exhime de consecuencias futuras (huella fisiológica).

Para concluir, dos cosas. Una; recordemos que Filípides fue un héroe al recorrer los 42.195 metros para anunciar la victoria ateniense sobre los persas. Falleció acto seguido. Dos; los que no hemos hecho un Ironman, existimos, también somos atletas.

Y, a todo esto, practicamos deporte por SALUD, ¿verdad?

Por favor, recuperemos el Norte perdido.

Mr Lizard