Pienso que cada uno de nosotros tenemos una prueba que nos marca por un motivo u otro. Esa que siempre sale en una conversación de amigos, compartan tu afición o no. En mi caso, estoy hablando la de la 23º Media Maratón de la Málaga en 2013 (mi 1ª media).
Después de la primera carrera vinieron dos más. El cuerpo me pedía algo menos asequible a lo anterior. Algo que no hubiera hecho nunca. Me tenía que demostrar que era capaz de hacerla y terminarla.
Por aquel entonces seguía corriendo y entrenaba en un gimnasio. Hacía algo de pesas, spining, body pump. Vamos, cualquier cosa para seguir distraído y no pensar.
Quedadas para salir a correr los miércoles a las 20:30 pm, decía un cartel en una de las paredes del gimnasio.
Allí estaba yo. Clavado en la entrada esperando a que llegaran los integrantes del grupo de corredor@s del gimnasio. Fueron bajando un@ a un@. En dicho grupo conocí a dos personas muy importante para mí por distintos motivos.
Ese día se subieron al tren de mi vida Elo y Ramón. Ambos aportaron sentido a la misma.
De una forma u otra congeniamos en un grupo variopinto, en el que cada uno de nosotros se preparaba para participar en una carrera. Unos tenían como objetivo la «Pinsapo Trail» y otros teníamos la Media Maratón.
Los que íbamos a la media, hacíamos tiradas de 16 k a 19 k. Poco a poco fui integrándome en el grupo de los “pro”,aunque no llegando a su nivel. La frase típica antes de salir era: de 5’ el km no bajamos, ¿eh?, y antes de llegar al muelle 2 el cronómetro marcaba 4’50” y bajando. Aun faltando más de mitad.
Corría dolorido, mi operación en el tendón de Aquiles, hacía que estuviera en alerta cada vez que salía correr. Visité la clínica del Santo en Nerja (así es como lo llaman), un médico que hay en el citado pueblo y que lo cura tó. No dio resultado. Visitamos traumatólogos, nada de nada. Todos decían lo mismo: estira bien, nada de series ni cuestas. Solo corre. Pues eso hice durante dos meses, correr y correr.
Entre Ramón y yo no había competitividad. Al contrario, cada uno tiraba del otro y así fueron cayendo los km. Ramón me puso “fino” físicamente.
Mentalmente Elo fue quién me hizo ver que yo valía más de lo que creía. La que me animaba cada vez que salía a correr. La que siempre tenía unas palabras amable para darme ánimos.
Ella pronosticó la marca que iba hacer. Fue ella, una desconocida la que creyó en mí, creyó en mis posibilidades. Mi objetivo era terminarla (y si fuera en 2 horas mejor).
Una tarde, después de entrenar fuimos a la higuera escondida detrás de C/ alcazabilla junto al Museo Picasso y allí hicimos la apuesta: la harás en 1:40:00.
Mr Anfibio