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¿Y si no tengo ganas de correr?

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¿Y si no tengo ganas de correr?

Acaba el segundo bloque de entrenamientos para la Maratón de Málaga y toca hacer balance.

Ya adelanto que no será un recorrido en progresión, o al menos no en la progresión que debería, de mi trabajo que, a estas alturas, ya debería haberme llevado a recuperar una rutina de entrenamientos cómoda.

Fue a finales de julio cuando empezamos los planes propuestos por Dani Pérez y, como no podía ser de otra manera, en esas primeras semanas, la ilusión estaba a tope. Los Bichos acudimos en manada a la presentación de estos planes en el José Mª Martín Carpena donde vimos más ambiente que en otras ediciones y, cuando acabamos, tocó “comentar la jugada con unas cervezas”.

En los primeros días no importaba que fuese uno de los meses de julio más calurosos que se recuerdan en Málaga desde hace años, siempre sacaba tiempo para correr cuando el calor aflojaba y si no cedía pues salía con calor. Las ganas de alcanzar las metas siempre hacen que te sobrepongas a las dificultades y el sacrificio no sea tal.

Sin embargo, a medida que van pasando las semanas cada vez se me hace más difícil mantener la tensión. Agosto es agosto y me queda la excusa de que pronto llegará septiembre y retomaré los entrenamientos con nuevos brios. Me digo a mi mismo que no hay de qué preocuparse, que tengo base suficiente y que puedo permitirme unas semanas de relax, que ya tendré tiempo de volver a ponerme las pilas, que en seguida voy a recuperar la forma y con tres meses de trabajo en serio llegaré a cumplir tu objetivo.

Pero septiembre ha llegado y las ganas se quedaron por el camino. Ahora llega la peor época porque ya no me creo las excusas que pongo a mi mismo para no entrenar. Pongo el despertador para salir temprano, suena, lo apago y me digo: no me apetece levantarme pero tampoco vuelvo a dormirme porque se que la pereza ha vuelto a ganarme la partida.

Me viene a la cabeza con insistencia una canción de uno de mis grupos de cabecera, Línea 1 de Los Planetas, que en una letra demoledora dice:

 

“Iba a hacerlo esta mañana.

Levantarme de la cama, comprar algo de comida, empezar con otra vida.

Pensé que sería lo mejor, toda esta mierda se acabó. Voy a dejarlo de verdad.

(…)

Y después pensé ¡mejor que no!, y puse la televisión.

Subí a pillar un poco más.

Después de todo esto no está mal.”

 

Me enfado conmigo mismo porque esta maratón estaba, aún está, marcada muy especialmente en mi calendario y se que me he auto impuesto un objetivo muy alto para mis posibilidades pero nadie me ha obligado a ello. Bien podría conformarme con acabar en “mis tiempos de confort”, colgarme una nueva medalla de finisher y listo pero se que no es lo que quiero.

Esta carrera es muy especial para mí y no me sirve leer frases motivadoras ni saber que mis compañeros entrenan, ningún elemento externo puede hacerme recuperar las ganas.

Escribir estas líneas me sirve para volver a visualizar el objetivo y, lo que es más importante, el por qué me lo he marcado. Ponerlo por escrito me hace recuperar la conciencia de que sólo yo puedo hacer que se cumpla…O que no.

Mr. Banders