07 de Julio de 2018. Tras un tiempo de dejadez demasiado largo, decido volver a subirme en una báscula. El resultado, deprimente: 92,8 kgs. Hacía años que no estaba tan mal de forma. Un nuevo proyecto laboral que me requirió mucho tiempo, el embarazo de Mayte y el nacimiento de Mario, el cansancio acumulado y una profunda desmotivación -provocada, probablemente, por el hecho de notarme bastante peor cada día que salía a correr- habían hecho su trabajo. En mi culo, mi barriga y mis piernas, a más concretar. Sin desmerecer la dieta-de-comer-mierda que buena mano ayudó.
Semanas después, concretamente el 29 de Julio, durante una visita de la familia de Mayte, me comentaban que porqué no apuntarme a Transgrancanaria y aprovechar así para echar unos días de vacaciones con ellos. No se qué fue lo que pasó exactamente, pero tras un buen vistazo a la web y a un buscador de vuelos -billetes de ida y vuelta a 40 euros por persona-, un escalofrío recorrió mi espina dorsal como hacía tiempo que no me pasaba…y decidí apuntarme a la modalidad de Maratón -tenía en mente la Advance, de 65 kms, pero preferí una opción que me permitiese entrenar con menos exigencia temporal y disfrutar más tiempo de la visita a las islas.
Perfil de carrera: 42,5 kms, con 1.000+ y 1.700- aproximadamente
Con un nuevo objetivo en mente, y la motivación intacta, comencé a retomar poco a poco los entrenamientos. Como Mayte había retomado su grupo de entrenamientos, que tuvo que dejar a raíz del embarazo, y viendo los resultados tan buenos que tuvo, decidí aprovechar para apuntarme con ella y así compartir de paso algo de tiempo libre. Y allí que, tras superar el pequeño esguince que me hice en la CxM Zenete 4.0, comencé con ellos un mes de preparación general hasta que en 15 de Octubre empezó el plan específico de entrenamiento y dieta. Y vaya si funcionó la combinación entre dieta y entrenamientos!
Control de los pesos desde que comenzó el entrenamiento hasta el lunes pro-competición.
Y aquí estoy, el día 20 de Febrero a las 23h vaciando mi cerebro de ideas y mi corazón de sentimientos, tras haberme dejado atrás infinidad de horas. Porque si hay una palabra que resuma toda esta preparación, es esa, HORAS:
- Muchas, muchísimas horas en la montaña, subiendo y bajando cuestas, entre piedras, árboles y barro; con frío y lluvia, con calor y humedad; sólo, o con amigos.
- Muchas horas sobre el tartán, llevando mi cuerpo al límite, desplazando cada vez más la frontera del “no puedo más” y conociéndolo -conociéndome-, bajo la escrita mirada del mister -Óscar González-, aún cuando no tenía ganas más que de llegar a casa y olvidarme de todo.
- También han sido unas cuantas las horas sobre el rodillo de la bicicleta estática, y en el gimnasio.
- Pocas horas de sueño y de descanso, pues Mario no siempre entiende -en realidad, casi nunca lo entiende- que debe dormir porque los demás madrugamos.
- Pero, sobre todo, han sido demasiadas horas alejado de Mayte y Mario, pese a intentar salir siempre en momentos en los que no notasen mi ausencia; de mi madre y hermana; de mis amigos.
Y, con todos estos elementos en la coctelera, me presento en dos días en el Campamento el Garañón a esperar a que suene el pistoletazo de salida para dejarme hasta el último aliento que tenga en mi cuerpo, para exprimir ese límite del que hablaba antes hasta el milímetro, para jugarme toda la preparación a una sola carta. No habrá el viernes clemencia, pues no sería justo haber dedicado tantas horas, con tanta exigencia y con tanta privación -no se bajan tantos kgs sin hacer una buena dieta, y eso para un glotón como yo supone un excepcional esfuerzo.
Sea como sea, el trabajo ya está hecho. Y, pase lo que pase el viernes, ya nada podrá cambiar todo lo bueno que me ha conllevado esta preparación: las ilusiones renovadas, la vuelta a un estado de forma que hacía muchos años que no tenía, las horas compartidas con seres queridos practicando el deporte que tanto me gusta…
Alea iacta est. Y que se haga justicia…
Mr Law