“En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante»
Hace poco más de un mes, calendario en mano estaba yo planificando y organizando las horas disponibles que tenía para entrenar semanalmente y me di cuenta que no pintaba bien la cosa. No era por falta de voluntad ni por capacidad de sacrificio, acababa de empezar un viaje muy largo y todavía las energías y ánimos están rebosantes. El motivo de mi preocupación estaba en el reducido tiempo disponible para poder entrenar. Tras diversos juegos malabares y piruetas imposibles pude conseguir sacar algo de tiempo todos los días tiempo de allí y de aquí, apelando al sentido común de mis obligaciones y afectando lo menos posible a mi entorno.
Soy autodidacta, así que soy consciente de que mi aprendizaje se basaría en ensayo-error, lo que me llevaría a perder ese preciado tiempo que tanto cuesta encajar hasta poder montar un plan de entrenos y rutinas que me dieran los avances requeridos.
“Hechas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo a poner en efecto su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza, según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer”
Si quería sacar el máximo partido a mi tiempo, desde luego que necesitaba ayuda. Alguien con conocimientos suficientes para hacer que el tiempo dedicado fuese lo más provechoso posible.
Desde el primer momento tuve claro quién sería la persona perfecta. Al momento ya estaba escribiéndole un correo exponiéndole mi situación y mis objetivos.
“Con estas promesas y otras tales, Sancho Panza (que así se llamaba el labrador) dejó su mujer e hijos, y asentó por escudero de su vecino”
He de decir que no se lo puse fácil. Pedir ayuda para preparar carreras de más de 100 kilómetros y decirle que ando escaso de tiempo pues como comprenderán, no era el mejor escenario para darle libertad de trabajo. Pero aceptó el reto.
Los que ya me conocéis sabéis que lo último que me importa a mi es el tiempo que termino una carrera, y esta vez no iba a ser distinto. Mis objetivos eran (y son) muy concretos:
- Aprender a correr por montaña.
- Disfrutar de las carreras y acabarlas.
- Minimizar el riesgo de lesiones
Y así, sin haber pensado alguna vez que tendría un entrenador personal, ya tenía mi propio escudero.
“Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino.”
Todos necesitamos a alguien que nos haga de guía. Que nos proteja. Que nos avise de los molinos gigantones a los que nos queremos enfrentar y hacernos ver cuál es la verdadera senda a seguir.
La primera etapa que nos hemos propuesto es entrenar para los 101 km de ronda. Tras la experiencia del año pasado, el objetivo este año será ir a ritmo de carrera para bajar de 15h, y en ello estamos.
Tras 4 semanas de estar bajo sus órdenes, con un plan de entrenamiento basado en sesiones de gimnasio, piscina y días de carrera, creo es una de las mejores decisiones que podía haber tomado.
«Parece, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas»
Con el tiempo que le he dejado para que me planifique (hay cosas más importantes en la vida, el running es solo un punto de apoyo para que el resto de proyectos cojan impulso y vuelen alto) mi particular Sancho ha sabido conjugar la eficacia con la efectividad.
Él me repite a menudo que no hay milagros y que las mejoras se consiguen despacio y con trabajo, pero he de reconocer que los avances que estoy experimentando son mayores de los que esperaba. Y no es solo un conjunto de rutinas de gimnasio bien planteadas o cómo distribuir los kilómetros durante la semana. Es confiar en alguien al que respetas personal y profesionalmente, y que si te dice que esos son molinos y no gigantes, creerle completamente y seguir sus indicaciones, porque del trabajo en equipo es donde se consiguen los objetivos.
Poco a poco pero paso a paso, nos acercamos al Desafío UTMB 2017 por el buen camino Dani Pérez
“Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?”
Mr M