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Temporada 1 Capítulo 3. ¿Con quién corremos?

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Temporada 1 Capítulo 3. ¿Con quién corremos?
Llevaba unos días dándole vueltas a una idea cuando, curioseando en una web iberoamericana, encontré una estadística interesante, (http://www.soymaratonista.com/26652/con-quien-corre-el-runner-iberoamericano). Supongo que serían resultados fácilmente extrapolables a España.
Se dice, con razón, que las estadísticas son muy interpretables y que acaban diciendo lo que quieras que digan. Y esta no iba a ser menos. Así que, en mi opinión, deja bien claro cuál es una de las grandes paradojas de este deporte. Por un lado, se puede practicar en solitario, por tanto, no dependes de un amigo, como para un partido de tenis, ni mucho menos de un grupo para un partido de cualquier deporte colectivo (¿cuántas pachangas se han arruinado por acabamos siendo impares o porque sólo aparecemos cuatro gatos?  Sin embargo, correr fomenta, como pocas actividades deportivas, las salidas en grupo y la creación de “clubs deportivos”.

 

Nuestro psicólogo de cabecera, sin duda, lo atribuirá a la querencia humana a la agregación y la huida de la soledad. Estoy de acuerdo. Tengo que reconocer que no me gusta hablar demasiado mientras corro (no hablo demasiado nunca así que no voy a hacerlo a 160 pulsaciones) y, sin embargo, siempre que puedo prefiero salir acompañado. La clave está en compartir.

Supongo que en contra de las salidas en grupo o en pareja se puede argumentar que se corre el riesgo de contagiarse del ritmo y trabajar por encima o por debajo del objetivo marcado. Es cierto pero hay días para machacarse haciendo series y días para salir a trotar con los amigos y estar más atentos a la cámara de Mr M. que al ritmo que llevamos. No cambiaría salir un día con la bicicleta con mi padre por mi mejor día de entrenamiento.

 

@BichosRunners, pese a nuestra diversidad, tenemos a nuestro favor que todos somos capaces de ver en los demás características dignas de admiración. Yo, como cada uno de nosotros, aporto mi granito de arena pero hay algo en lo que me diferencio claramente del resto. Un elemento que hace que me envidien, no con envidia sana, sino cochina envidia de la mala. Y es que tengo la gran suerte de que Mrs. Banders, de vez en cuando, se anima a salir a entrenar conmigo.

Sería exagerado si dijera que tira de mi para salir a correr pero, cuando el trabajo se lo permite (y consigue vencer ese primer impulso de vagancia que ambos compartimos y que yo, a base de esfuerzo, ya tengo más dominado), abre la parte del armario de su ropa de runner, se calza sus zapatillas, se recoge el pelo y me acompaña a quemar suelas. Es verdad que no madruga para correr (bastante esfuerzo hace madrugando para trabajar) pero todo se andará…

Con mis amigos o con Mrs. Banders siempre tengo con quien compartir una carrerita. Soy un privilegiado.

Mr. Banders