Nuestro psicólogo de cabecera, sin duda, lo atribuirá a la querencia humana a la agregación y la huida de la soledad. Estoy de acuerdo. Tengo que reconocer que no me gusta hablar demasiado mientras corro (no hablo demasiado nunca así que no voy a hacerlo a 160 pulsaciones) y, sin embargo, siempre que puedo prefiero salir acompañado. La clave está en compartir.
Sería exagerado si dijera que tira de mi para salir a correr pero, cuando el trabajo se lo permite (y consigue vencer ese primer impulso de vagancia que ambos compartimos y que yo, a base de esfuerzo, ya tengo más dominado), abre la parte del armario de su ropa de runner, se calza sus zapatillas, se recoge el pelo y me acompaña a quemar suelas. Es verdad que no madruga para correr (bastante esfuerzo hace madrugando para trabajar) pero todo se andará…
Mr. Banders