Yo no sé cómo me dejé liar, quizás porque cuando Mr. Law nos dijo a Mr. Fucker y a mí que nos inscribiésemos con él al trail de Montejaque mis horas de sueño así como mi estado mental no serían el adecuado.
El caso es que entre reunión de runners te acabas calentando y en cuestión de segundos Mr. Law nos tenía oficialmente inscritos desde su móvil.
¿Un trail? – pensé. ¿18km y en compañía de Mr. Fucker? sobreviviré.
Con el paso de los días el resto de bichos se van animando: Mr. M, Mr. Boar y Mr. Lizard estarán en la salida. Debe de ser una carrera bonita, con un paisaje espectacular y según me dicen no muy dura (salvo sus tres subidas con sus respectivas bajadas).
El caso es que el día de antes Mr. Fucker cae de la lista por encontrarse enfermo y ya me veía sola y pérdida en el monte, siendo rescatada por un equipo de protección civil junto a fornidos bomberos (en el mejor de los casos) o un helicóptero del 061 en el peor de ellos, y el caso es que. tampoco faltó mucho.
Bueno, pues llega el 28F, un gran día, cumplo 32 y me «desvirgo» en montaña.
Salimos de Ronda sobre las 8.30h. Hemos quedado con Mr. Boar en la gasolinera que está camino a Montejaque y mientras le esperamos nos encontramos rodeados de una grata compañía: cabras!!!
Sobre las 9 de la mañana ya llegamos a Montejaque y tras reunirnos todos fuimos a por los dorsales: que pedazo de día hace, ¡parece que pasaremos calor!. Calentamos un poco, nos hacemos un par de fotillos y nos colocamos en la línea de salida (que sea lo que Dios quiera)
Salimos. Mr. Law ya me dijo que vendría conmigo y que se lo tomaría como un entrenamiento para los 101 así que estaba «mucho más tranquila», él entiende de montaña y lleva agüita además de bastones.
La salida ya tenía guasa, en ese pueblo más te vale que cuando vayas a la compra no te olvides de nada, porque yo no subiría ni bajaría de nuevo por placer…. y lo mejor es que a medida que avanzaba la carrera me di cuenta de que el pueblo era lo más firme y llano que iban a ver mis ojos y pisar mis pies en 21km.
En poco menos de 5 minutos ya estábamos caminando, ¿cansancio? No, ¡jajaja! Que la «papa» (corazón) me latía a 200 por minuto y sentía que se me iba a salir por la boca, y encima oigo a Law que me dice «no mires para arriba». Law, eso es decirle a un niño que no pida chucherías en un quiosco. Allá que miro, y la hilera de corredores camina cuesta arriba y no me alcanzaban mis ojos a ver el final de la cuesta. A los 10 minutos ya estaba usando bastones, lo más parecido que había usado hasta ahora eran unas muletas de las innumerables veces que las he necesitado, así que no los usaba ni bien, pero yo creo que si no es por los bastones me hubiese costado mucho más cada subida.
Km 5. Después de esa subidita que ya tenía guasa, una parte bonita de «llaneo», con un caminito estrecho pero lleno de vegetación, creo que fue lo único que disfruté.
Algo más adelante el primer avituallamiento, toca beber, que hace calor y lo que nos queda.
Un tramo de bajada en carril ancho que aprovechamos para soltar piernas y adelantar a n par de corredores, que no es poco.
Continúa la carrera, empieza la segunda subida. Law y yo dejamos atrás al grupillo que venía con nosotros y llegamos al final del carril donde veo que está cerrado por una valla, aunque hay dos voluntarios de protección civil que la abren al aproximarnos y nos dicen: «por aquí”. “Ay mi madre, ¿por ahí?” Miro a Law y le digo: ¡que hay vacas y cabras sueltas!. A mí no me llegaban las piernas al culo, si es que soy de ciudad y yo lo único que tengo de campestre es el nombre de «bichos runners». Pues no queda otra que pasar y no hacer mucho ruido para «no levantar sospecha» y que sea lo que Dios quiera, pero espero no molestar a las cabras y mucho menos a la vaca que está pastando plácidamente. Finalmente y tras el sustillo, parece que no les hemos molestado.
Volvemos a subir, más piedras, llegamos a un punto en el que las balizas parecen ser un objeto de lujo, ya que la organización empieza a escatimar en ellas y espaciarlas, hasta tal punto que parece que estamos jugando más a un juego de orientación del instituto que haciendo un trail. Law va y viene a derecha e izquierda varias veces para ver por donde tiramos, finalmente bordeamos la casa por la derecha y seguimos hasta visualizar una nueva baliza.
Poco después y cuando subíamos nuevamente nos adelantan «3 cabras», literales vaya, por lo visto se han perdido y cuando nosotros llevábamos 7km por el gps ellos ya llevaban 14km, aunque parecía importarles bien poco. ¡Madre mía como corrían! parecía que llevaban muelles.
Los seguimos 15 segundos, imposible más, pero el tiempo justo para darnos cuenta que hay una puerta amurallada que está cerrada y que hay que saltar. ¿De verdad esto lo ha hecho la organización a conciencia? Está rodeada de alambres y que si a mí me pilla sola, la salta Peter.
Saltamos, aquí ya había pensado en darme la vuelta 7 veces, no pasa nada, solo me he doblado ambos tobillos por duplicado. Me duele hasta el alma y encima no sé ni si estamos yendo por buen camino.
Continuamos, pero si lo que llevamos no es nada con la bajada que nos espera, no hay donde agarrarse: piedras, arena y un camino más empinado que la primera cuesta que vieron mis ojos. Montejaque no mejora.
Bajamos, bajamos y seguimos bajando, un poco de llaneo gracias a Dios. Llegamos al río, mira que le temía pero después de todo, ¡el río fue gloria bendita!. Una mijita de trote y algo de caminata para retomar fuerzas y alcanzar a los que nos habían adelantado en la bajada y de nuevo un avituallamiento, el último. Me da por preguntarle al voluntario y solo oigo que dice: “os queda poco, pero es la parte pedregosa». Poco y piedras, bah, si más de las que llevamos…
Pues sí, no se equivocaba el pueblerino y mi humor ya en el km 16 comenzaba a cambiar: «¿quién coño ha puesto este pico aquí?» Y venga a subir, y venga piedra, y ya me sobran hasta los bastones, ¡si es que no hay maneras de clavarlos!.
Se los doy a Mr. Law (pobrecito mío lo que tuvo que aguantarme, bendita paciencia la suya) y de verdad que sino es porque me dice que en 35 minutos estaremos en la meta yo me hubiera sentado y allí me hubiese quedado, ya me daba igual la vida, el mundo y absolutamente todo. No entendía porque tanta piedras, tanto subir y tanto bajar, tanta cuesta, tanto calor.
En el km 18 el marido de una señora que nos alcanza nos guía. Ese hombre era con 50 años un híbrido entre cabra y hombre. Mr. Law se despega de mí y yo maldigo una y otra vez en voz alta cada piedra, cada cuesta, cada paso que doy, y grito: «!no me vuelvas a meter en Montejaque!»
Los que venían detrás se reían. Yo aún no le veo la gracia. Lo decía en serio.
Por fin se acaba el campo, atrás quedan las piedras y las bajadas empinadas.
Pisamos terreno firme y como Mr. Law se había despegado hago los últimos 800m con un compi de fatiga (Valentín) que no para de reírse conmigo, ¿o de mí?.
Ya queda poco, me suenan estas calles, hemos pasado por aquí y a lo lejos veo a mano izquierda a Mr. M partido de risa (cámara en mano) y a la derecha a Pablo y coco (su perrito) ya debe de quedar sumamente poco. Pablo me engancha de la mano y me dice: «vamooooos bichoooooo».
Frena, frena, que nos matamos, ¡que el pueblo no es llano!. Giramos y vemos a Mr. Law que se une a la alocada carrera que llevamos le pido los palos…esos que junto a sus ánimos y a la alegría de volver a saber que termino una carrera me da la fuerza para levantar los brazos y decir: ¡Hice mi primer trail!
¿Repetir?, Uhmm… que alguien me lance una piedra a la cabeza y me deje inconsciente antes de que yo me vuelva a dejar liar con tanta facilidad.
No lo disfruté, ni podía ver el paisaje más allá de 1m y siempre mirando hacia el suelo. pero ahora puedo decir, que sin cuernos «soy un poco más cabra».
¡Gracias bichos!
Mrs. Little