Mirada al frente.
Nervioso e intimidado. Las palabras que podrían definir mi percepción de lo que me rodea ahora.
Sentado esperando mi comida, a pocas horas de empezar la ultra, con el dorsal recogido, las mochilas entregadas y el trabajo realizado, la incertidumbre que siempre me acompaña en estos momentos se convierte en nervios y dudas.
La noche no acompañara, se prevé viento, lluvia, niebla e incluso nieve en las cumbres. Desde luego que este panorama ayuda a tener nervios sobre lo que acechara cuando caiga la noche.
Llego a la prueba con el plan de entrenos cumplido al 96%, siguiendo cada instrucción de mi entrenador y adecuando familia y tiempo libre a el objetivo.
Esta vez, todo lo controlable no esta controlado. Los meses previos han sido muy atareados, poco tiempo para preparar los entrenamientos y la cabeza siempre ocupada con el día a día. Eso me ha llevado a no tener buenas sensaciones en estos 4 meses cuando los entrenos eran exigentes.
Ahora mas que nunca hay que tirar de cabeza y casta. He de usar la experiencia de ultras anteriores y buscar la concentración máxima para evitar malos pensamientos que me lleven al fondo del abismo.
Toca sacar la rabia contenida, mirar al frente y buscar con la mirada el siguiente punto.
Repetiremos una vez mas el mantra que me lleva persiguiendo mas de dos años en cada momento de bajón:
«Lo que se empieza, se termina»
M