No será ésta una crónica de las comunes, de esas que cuentan el transcurrir de una carrera. Esta es la crónica de cómo cambió una vida, pasando del sedentarismo y la obesidad a algo que puede acercarse a ser llamado como vida atlética.
Hace escasas dos semanas, debutaba por primera vez en un deporte hasta entonces nuevo -y casi desconocido- para mí: el triatlón; y lo haría en su modalidad sprint -750 metros nadando, 20 kms en bicicleta y 5 kms corriendo, en la localidad malagueña de Estepona. Y, más recientemente -ayer para ser exactos- volvía a calzarme las asics gel fuji trabuco para participar en la CxM del Zenete, tras un tiempo de abandono de la montaña.
Con todo el equipo antes de comenzar
Pero, para llegar hasta aquí y poder contar toda la historia con cierta fidelidad, se hace necesario remontarme años atrás.
Allá por el año 2009, yo y mis 110 kgs de peso solíamos rondar los bares más típicos de la noche malagueña, de modo que era sencillo localizarme entre vasos de tubo, hielos y ron; o comiendo un showarma a las tantas de la mañana para apaciguar algo el estómago después de tanto desfase.
Pero, un buen día, de repente algo cambió muy dentro de mí, sin saber todavía por qué: comenzaba a sentirme incómodo con esa vida, con mi propio cuerpo, y con todo lo que, hasta entonces, era mi vida normal.
Fue así como comenzó a dar mis primeros pasos en el running, primero con unos pocos kilómetros -3 o 4, y acabando fundido- para perder peso; luego superando la barrera de los 45 minutos; y, posteriormente, planteándome un reto que parecía imposible: acabar la carrera urbana de Málaga, de 10 kilómetros, que acabaría en 59 minutos tras horas y horas de entrenamiento. Desde este preciso instante -y ya con un físico considerablemente mejor al que tenía-la historia tornó su rumbo: ya no se trataba de correr para perder peso, sino de superar mis propias barreras y miedos, de explorar mis límites, de exprimir mi cuerpo al máximo.
Y poco a poco fui cumpliendo con ello, hasta el punto de haber superado el último miedo que me quedaba: meterme en el agua para nadar en mar abierto. Por ello, cuando el pasado 16 de agosto me vi con el neopreno puesto entrando al agua, supe que había vuelto a vencerme, otra vez, a mí mismo. Primero fue el miedo a correr lo desconocido por la distancia, más tarde sería el miedo a correr en la oscuridad, y ya en última instancia el vértigo. Ahora tocaba el turno a la claustrofobia -que es lo que me provocaba la idea de nadar en el mar.
El triatlón en sí dio para poco por su duración, pero fue lo suficientemente largo como para poder disfrutar de cada brazada, cada pedaleo y cada zancada que di.
Salida del agua. Primer miedo superado.
Sobre la bici. El trazado era duro, pero lo superamos.
Por fin en el segmento que más me gusta.
El placer de disfrutar con todos del trabajo conseguido.
El cómo he llegado hasta aquí no lo tengo muy claro, pero lo que sí se es que a día de hoy he pasado de correr un 10k a una media maratón, una maratón, carreras por montaña, ultra trails y triatlones, y que sólo hay una palabra para entenderlo todo: CONSTANCIA. Rendirse es una opción que no contemplamos los que vestimos la naranja y negra que nos equipa. Ayer, en Zenete, lo volvimos a demostrar:
- Mr M, cumpliendo a rajatabla con su plan previsto, demostrando un impresionante dominio y conocimiento de su propio cuerpo.
- Mr Beluga, siguiendo a Mr M aunque se diese la talega del siglo, sin desfallecer en el intento.
- Mr Lizard, y pese a su absurdo pensamiento de que no era buen tiempo, haciendo un tiempazo tras conseguir, POR FIN!!, controlar sus pulsaciones con el dorsal puesto.
- Mr Moto y Mr Tatanka, desquitándose de Montejaque y llegando en un tiempo más que bueno.
- Mr Anfibio pudo con su aquiles y su habitual cansancio.
- Mr Cuenca demostró lo duro que puede resultar un ciclista acabando medio lesionado.
- Mr White debutó en montaña por la puerta grande, y tuve el honor de ser su compañero de camino.
- Mrs Boots, Mrs Little y Mr JC Sprinter lo dieron todo, superando todas las barreras mentales que se habían impuesto.
- Mrs Marilyn y Mr Zuki, sencillamente, demostraron que tienen muchas pelotas.
Payasos como nosotros solos, soltando piernas antes de la competición.
Con mi inseparable compañero de carreras, Mr White.
No hay mucho más que añadir a esta historia. Sólo cabe decir que esta historia, que es la mía pero también la de todos los que me acompañan en el camino, no es más que una historia de lucha, constancia, superación, trabajo, esfuerzo y mucho sacrificio.
¿Cuál será el próximo miedo a superar, la próxima barrera que derribar, o el próximo límite que mover?
Mr Law