Se antoja difícil resumir en este post de un corredor popular tantas historias (muchas deportivas y otras no tanto) acontecidas en los últimos meses, pero creo que es el momento de plasmarlas, a pocos días de la celebración de la maratón de Sevilla.
Atrás (que no olvidados) quedan meses de verano que empiezan con el relax que supone acabar una prueba fascinante como son los 101 kilómetros de Ronda mezclado con las molestias surgidas después, pese a haberla acabado bastante bien.
Eran días de probar la maquinaria para comprobar una y otra vez que aquellos fantasmas musculares seguían acompañándome. El próximo objetivo era recorrer el valle del Genal y lo veía a largo plazo, por eso iba relajado en la recuperación.
En Julio lo intenté con el dorsal de la carrera de la playa de la Barrosa, que no quise perderme junto a mi amigo Luismi. Y fue solo eso, una falsa alarma, porque a los pocos días volvía a estar como antes.
Volvían semanas de parón absoluto, de salir una vez solamente, hasta llegar un momento en que decides hacerlo con más o menos dolor, en muchas ocasiones volviendo a casa minutos después de haberme calzado las zapas.
Terminaba el verano y se esfumaban también las posibilidades de preparar en condiciones óptimas el trail del Genal. Las ganas me hacían apurar esta decisión hasta última hora pero familia, compañeros bichos runners, amigos y el propio fisio me recomendaban no forzar para volver físicamente al 100% más tarde o más temprano… y esta vez ganó la cabeza al corazón.
La cosa fue a mejor durante los meses de otoño, pero no terminaba de remontar del todo, lo cual hacía crecer exponencialmente las dudas sobre un regreso digno a esta afición. Esta larga espera provocaba que fueran mayores mis momentos malos que buenos en lo que a mi carácter se refiere, salpicando a mi entorno más próximo.
Llegué a octubre entre compartiendo eventos deportivos desde la barrera, detrás del objetivo de mi cámara de fotos, disfrutando al ver las caras y sensaciones quienes competían y de los que tenía tanto que aprender. En una de esas ocasiones, conozco a J.A. Torán en persona (gran persona y atleta tarifeño) y me propone una preparación desde cero sin presiones para salir del bache, algo que asumí en las siguientes semanas, agarrándome fuerte a esa nueva posibilidad, que implicaba un objetivo a medio plazo, algo que me venía muy grande entonces: la maratón de Sevilla.
En noviembre hice la clásica Entre dos ciudades, que no dejó buenas sensaciones. El plan no garantizaba que desaparecieran las molestias, pero las ganas y los ánimos cercanos me hicieron seguir “tirando del carro”.
Estaba claro que otro objetivo al iniciar el año se me había ido, la maratón de mi Málaga la dejaba en buenas manos y mejores piernas, las de mr. Wiwi, que junto a mr. Chesco, tuvieron el detalle de acordarse de más de un lesionado.
Terminaba el año con mejor cara, celebrándolo con algunos runners barreños, ocasión para conocer grandes deportistas y buena gente de la zona, con los que también he podido compartir parte de este reto.
La última prueba con dorsal fue en la media maratón de Los Toruños-Algaida, donde la lluvia no impidió disfrutar de nuevo rondando ya mis ritmos habituales en carrera, cogiendo confianza para las semanas venideras.
Hoy se cumple la 19 y última semana… ¡¡tenían que ser diecinueve!! de preparación para sentirme corredor, para cumplir el objetivo: cruzar esa salida del estadio olímpico en plenas facultades.
Semanas que han dado para mucho: días de ca-co, de estiramientos, de hielo, de cremas, de ejercicios caseros, de videos, de sueños, de madrugones, de bici estática, de mucho sueño, de muchos whatsapps y consejos, de trasnocheo, de cenar a las tantas, de dudas y más dudas… de muchos más detalles que mi memoria ignora.
Sólo quería compartir estas palabras y que sirvan de agradecimiento para quienes me habéis echado algo más que un cable durante este camino, especialmente a quienes a diario lo habéis recorrido/soportado conmigo.
Mr Beetle