Cuesta escribir una crónica de carrera cuando no se siente motivado. Eso me pasó el pasado mes de Junio tras cerrar el círculo de la primera etapa: conseguir todos los puntos necesarios para optar a una plaza para la UTMB 2017.
¿Y porque no me sentía entusiasmado ni orgullosos de haberlo conseguido?
Simplemente porque en el Gran Trail Peñalara fallé. Fallé en la preparación. Se me escaparon elementos de la ecuación que hicieron que no disfrutara en la carrera, más bien todo lo contrario.
Comprendo que con mi poca experiencia en ultras necesite más aprendizaje para dominar el arte de maximizar el rendimiento del tándem cuerpo-mente, pero no soy un conformista y si se puede conseguir algo más, voy a por ello. No siempre se consigue.
Un resumen de mi experiencia en el Gran Trail Peñalara 2016 (115km +/- 5000 m) podría ser el siguiente:
1.- La prueba.
El nivel organizativo y de voluntarios de lo mejor que he visto. Todo funcionaba a la perfección. Un engranaje con funcionamiento suave y eficaz que hace justicia a la fama de la prueba. Eso es un lujo en estos años de burbuja del running donde saber elegir y acertar en las pruebas, especialmente en ultras, está siendo ya una necesidad para evitar a cuatreros sin escrúpulos que por ganar dos duros exponen a deportistas a situaciones límites e inclusos peligrosas. Pero este es otro debate que no viene al caso en esta prueba ni en este post.
2.- El entorno.
Espectacular. No me esperaba encontrar esa belleza de paisajes, donde estar a 2.500m de altitud en la cima del Peñalara te da la sensación de estar flotando en un aire espeso, divisando en 360º todo el mundo a tus pies y un silencio que te envuelve de libertad.
El Parque Nacional de Guadarrama es de una belleza sin igual y parajes realmente únicos. Para los que vivimos en el sur, encontrarnos arroyos a cada paso con agua fresca donde sumergir el calor y refrescar el cuerpo es un lujo que nos gustaría tener más a menudo.
3.- La carrera.
Llegaba bien. Muy bien. Tras atacar el sub13h en Ronda llegaba con buenas sensaciones. El objetivo era terminar y conseguir los puntos, pero también hacer buena carrera estaba en el horizonte.
Apliqué mi estrategia que me estaba funcionando bien en las últimas carreras: salir intenso para estar en el top 50 de corredores en las primeras horas de carrera hasta tomar mi ritmo de carrera para controlar el desgaste muscular.
La prueba se podrían resumir en los siguientes puntos clave de lo acontecido allá en el mes de Junio.
Km 0. Salida. Ambientazo. Temperatura perfecta. Primera carrera fuera de Andalucía y con ganas de arrancar.
Ambiente ultrero 100% previo a la salida
Km 25. Tras dos bajadas intensas empiezan las molestias de los tibiales. Este sería uno de los puntos clave de la carrera a partir de ahora. Dos descensos muy técnicos donde tomé la decisión de hacerlos muy conservador, desgastando muscularmente los tibiales en exceso, marcaría mi destino.
Descendiendo la Maliciosa (2.227 m) de manera conservadora. Gran error de principiante.
Km 30. 4:30 de la madrugada y el sueño intenta apoderarse de mí. Lo achaco al efecto de la altitud tras haber ascendido a la Maliciosa así que aprieto dientes hasta ver amanecer. Problema superado con los primeros rayos.
Km 77. Las molestias se vuelven dolores cuando el terreno baja. Subir a Peñalara y sentir ese aire limpio y ese sonido mudo del paisaje te hace olvidar por momentos los problemas de tibiales.
Riscos de los claveles. Simplemente espectacular.
Km 82. KO técnico. Caigo a la lona y no me puedo levantar. Los tibiales ya no me permiten correr. Toca andar 33 km y aguantar el dolor, mucho dolor en cada cuesta abajo a paso corto y lento.
Los últimos 9 kilómetros de la prueba son bajada constante. Solo quedaba mantener el ritmo de paseo lento para llegar antes del anochecer.
Km 115. Meta. Llevo 9h andando sin poder correr y con dolores en los tibiales a cada paso que doy. Ni tan siquiera en recta de meta con todos los ánimos que recibía del público pude correr. Sensación extraña. Termino tras 22h 16’ (3 horas más de mi tiempo estimado). Consigo mi objetivo, ya tengo los puntos para UTMB pero vuelvo a casa con la cabeza baja, pensativo y buscando la causa del fallo.
Por encima de todo, el objetivo es terminar. La sonrisa siempre debe salir al cruzar la meta.
Termino muy dolorido y una posible lesión importante es lo que me preocupa. Visita obligada al físico el día siguiente, donde me revelan el problema: falta de fortalecimiento de tibiales en la preparación. Es solo una sobrecarga.
Me alivia saber que no quedarán residuos de la ultra y conocer la raíz del problema me hace sentir mejor. Me vuelven las ganas de seguir entrenando y aprendiendo. Ya conozco lo que tengo que mejorar para tener más control de los elementos que componen una ultra.
Mi entrenador toma nota, yo tomo nota y tras un mes de Julio de descanso activo, volvemos al trabajo en Agosto para preparar el siguiente objetivo, la Ultra Gran Vuelta Valle del Genal (130km +/-6.000 m) donde los castaños y colores del otoño me esperan para surcar su valle.
A 3 semanas de la prueba, las sensaciones son diferentes que hace 4 meses. Los cambios de rutina de gimnasio, los ejercicios de propiocepción y los entrenamientos en terrenos técnicos me dan confianza cara a la próxima prueba.
Todo puede pasar, y de hecho soy consciente que habrá elementos incontrolables o imposibles de predecir, así que por mi parte, el trabajo está realizado.
Comer, hidratarme e ir descargando el trabajo muscular es lo que me quedan en estas semanas para completar el plan de entrenos. Estamos listos. Pronto recorreremos el Gran Valle.
Mr M