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Carpe Diem

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Carpe Diem
La vida es corta, tanto o más que un suspiro; llega sin ser conscientes de ello, pasa rauda y veloz como un trueno, y acaba de pronto, sin previo aviso, cuando ella estima oportuno.
La vida es una vieja ramera traicionera: a veces ofrece tesoros ocultos, a veces obsequia con males mortales. Cuán común resulta estar inmerso en una inquietante calma, expectante ante la incertidumbre que genera la experiencia, el conocimiento de que cuando todo marcha rodado, siempre surge un nuevo obstáculo que superar.
Es por eso que no entiendo otro modo de vivir que no sea viviendo cada momento, cada situación, cada experiencia, con pasión; disfrutando de cada instante y cada segundo vivido. Vaciar el tintero de todo: viajar, conocer gente, disfrutar. Cada minuto es una nueva experiencia que llevarse a la tumba.
Por eso sé que la felicidad plena existe, si bien es difícil darse cuenta de lo que es. Y no es otra cosa que ser feliz cuando sea posible ser feliz. Y esto es muy importante, pues no siempre puede alguien estar feliz, pero es un error común –a la par que humano- pensar que uno debería estar feliz cada día de su vida para que ésta merezca la pena. Porque, ¿cómo valoraríamos los buenos momentos, si no hubiese malos momentos?
Para el runner, correr con y entre amigos, devorar kilómetros hasta aburrirse, supone encontrar esta paz interior a la que me refiero y calmar esa inquietud a todo ser humano suele inundar. Yo tengo la suerte de amar mi profesión, y también amo el runnig, así como amo estar con mi familia y amigos en cualquier terraza tranquila hablando de trivialidades. En ese momento pongo toda la carne en el asador, bien salpimentado, y doy el 100% de mí mismo sin pensar en otra cosa: trabajo duro, vivo intenso, y corro hasta reventar. Pues como se suele decir: antes morir, que perder la vida.
El asfalto y las montañas nos esperan ahí fuera, no las hagamos esperar. Porque nunca se sabe cuándo dejará de ser posible cruzar mi Málaga del alma a grandes zancadas, o coronar cualquier cima llegando sin aliento.
Mi consejo es simple: Carpe diem.
Mr Law