Días previos a la carrera, después de hacer unos días de verano por Ronda “cuando en Marzo Mayea…” como decía el dicho, volvemos a la cruda realidad, 3 días antes de la carrera empieza a llover como si no hubiera un mañana y empiezan en mi cabeza las dudas, el trabajo físico estaba hecho, pero tras lo ocurrido en Acinipo (granizó y diluvió) me pongo malo solo de pensar la que me espera.
El día previo informan desde la organización que no esta tan mal el recorrido, y el agua ha dado tregua, así que todo listo, cena para la ocasión y a dormir pronto, duermo fatal eso sí.
Sábado 21 de Marzo, el día D señalado en el calendario desde hace más de 2 meses cuando hice la inscripción. Amanece nublado y solo ha caído un chaparrón leve, huele a tierra mojada y a día grande en Ronda.
Desayuno lo típico el día de las carreras, me pongo el uniforme de guerra y me dispongo a bajar a los infiernos del barro rondeño. Mis compis de “A las 7 en el Bar” me esperan en la alameda para la foto de familia y comentar los previos. Me coloco en segunda línea de salida para tirar rápido y poder pillar el barro en condiciones, no sabía evidentemente lo que se me venía encima.
A las 10 dan la salida, comienzo a un ritmo muy fuerte y me coloco en el primer pelotón, estoy tirando bien y me encuentro genial de cuerpo y mente, atravieso Ronda, paso por la puerta de mi casa, saludo a mamá incluido y dirección a la montaña.
Metidos en faena, en torno a los 5km empieza lo divertido, una cuarta de barro que parecía chocolate líquido, que me produjo la primera caída al minuto la siguiente. En algunos tramos tuve que cogerme de matojos para no caerme. Salgo de la parte mala entorno al kilometro 10, sigo tirando bien fuerte sin bajones, gel en mano y machete.
Disfruto como un niño pequeño porque los paisajes son brutales, me engancho a un chaval en el km 16 y ya seguimos toda la carrera juntos, en el km 20 me da el bajón y empiezan a menguarme las fuerzas, pastilla de sales y recuperado.
Bajando el Puerto de la Muela diviso a lo lejos una estampa increíble, Ronda con niebla y su magnetismo y encanto propio y ya siento la meta más cerca. Cuando creía que lo peor había terminado, subida por la famosa “Cuesta del Cachondeo” por el km 24 y ya no tiran las piernas, tira la cabeza y el corazón por lo que me espera en meta, culminada la subida me entra la marcha que siempre tengo en reserva cuando voy tocado, me motivo con los ánimos finales de la gente y veo la meta al fondo. Entonces es cuando suelto mi frase favorita gritando entre la gente “Miedo a la montaña, quién dijo miedo” seguido de un VAMOOOOOS OSTIA!!!!!
Mi mejor regalo esperándome en meta, mi familia, y la satisfacción de haber acabado otro reto. Carrera durísima, pero mi sorpresa y mi cara de felicidad no tienen precio cuando me dicen que he entrado el 47 de la general en una carrera durísima y de participantes de nivel.
El esfuerzo ha tenido recompensa, y una vez más… La montaña no pudo conmigo.
Mr Mountain.