A pocas horas del comienzo de mi nuevo andar hacia el gran objetivo y reducir la distancia que me separa de él, es inevitable repasar mentalmente estos meses que han quedado atrás de entrenamientos y mirar hacia adelante con ilusión y ganas de empezar esta nueva aventura.
No, no he mencionado la palabra nervios, lo que debiera ser lo más habitual en estos casos y lo que siempre he vivido antes de una carrera importante. La verdad es que no los encuentro por ningún lado, hoy al menos aquí y ahora, mientras escribo estas líneas con la inestimable ayuda de tener el arco de salida a lo lejos. Probablemente el sábado esperando el disparo de salida será otro cantar y me buscarán desesperadamente en los momentos previos antes de iniciar mi Big Bang particular.
Esa falta de nerviosismo antes de encarar el mayor reto deportivo al que me he enfrentado (Ultra Trail Bosques del Sur, 125 km y 8.000 m acumulados total) no es fruto de mi genética, que nervioso nací y nervioso me mantengo. Esta inusual tranquilidad es fruto de la confianza al trabajo realizado. Cuatro meses de entrenamiento pensados y organizados, girando el día entorno a un plan y haciendo ajustes según requisitos y sorpresas de las necesidades rutinarias. Esto no quita el ser consciente de los problemas espontáneos que aparecerán durante la carrera en alguna de las 20 horas que estimo que dure, pero eso es otra historia que ahora no me preocupa, ya llegará su momento.
Mirando atrás, me veo muchas semanas buscando compañía para las tiradas largas domingueras, iluso de mí pensando que cualquier corredor puede hacer distancias de 30 km en montaña cada domingo como quien se va de paseo al parque. Para quien no esté acostumbrado a este mundillo de las ultras, puede parecer una exageración y locura, y no le quito razón, pero para mí está siendo ya algo habitual salir de casa cada domingo antes de que el sol regale sus primeros rayos a Málaga y recorrer sus montes y caminos cada fin de semana de forma regular. Tras la experiencia de haber corrido ya anteriormente un par de ultras, quizás sea que cada vez me encuentro más cómodo en esta disciplina.
¿Es este el momento donde realmente me he convertido en lo que llaman un corremontes? Sinceramente no lo creo, pero me imagino que debe sentirse algo parecido.
Esa llamada de la naturaleza se hace cada vez más necesaria. Mientras la ciudad duerme y aprovecha esos ratos de tranquilidad dejando morir la mañana, yo decido salir al monte. Es como un baño relajante después de las tareas y rutinas obligadas de la semana, donde por varias horas se ahogan las preocupaciones, se olvida el teléfono y solo la madre naturaleza es la única que te recuerda lo pequeño que somos dentro del universo y que cualquier problema o decisión a tomar no cambiaría el ritmo de la vida.
Desde luego que en esas circunstancias se dan las condiciones idóneas para evaluar, analizar y tomar decisiones o como me sucede a mí, para pensar y repensar proyectos personales y sumarlos a mi interminable carpeta de To-do-list. Puede que esta sea la razón o una de ellas por las que me lancé a esto de recorrer caminos sin final, aunque esto será para hablarlo en otra ocasión.
Mirando atrás en todo este tiempo desde aquel mes de Mayo donde todavía con las fuerzas mermadas de la batalla rondeña me lanzaba a esta aventura, recuerdo aquella noche calurosa de Junio donde unos amigos se lanzaron a rendir homenaje a los Antonios acompañando a la luna llena de Montejaque, imposible olvidar la conquista al techo de Málaga en la que engatusé de manera inconsciente a seres extraordinarios para que hicieran cosas extraordinarias, conquistándose a sí mismos en un día para el recuerdo; y como colofón a todo este tiempo, en el recuerdo y la retina se quedará para siempre ese primer fin de semana de un mes de Septiembre, donde confluyeron los astros para que se generara lo que ya se conoce como el “efecto Zenete”, significado de lo que representa la amistad, el deporte y la familia unidos en un mismo momento y lugar.
Como siempre me digo a mi mismo, la vida es una ultra trail con subidas y bajadas, donde puedes tomar cualquier camino, que si se avanza con honestidad y mejorando aquello por donde pasas, siempre se llega al objetivo final con unas sonrisa.
Como he dicho, la vida es una ultra trail y mañana me dispongo a vivir una.
Mr M