Esta entrada que redacto para Bichos Runners nace a raíz de una fotografía…
101 Kilómetros de Ronda 2015, salida del avituallamiento de Navetas (vuelta)… ¿quién me iba a decir que en cosa de 20 kilómetros mi cuerpo acabaría colapsado por una Azotemia Prerrenal aguda?
Pero esa es otra historia… como “pago” por esta instantánea, la autora de la misma me ha pedido que comparta con la comunidad de los Bichos mi historia, lo que me parece más que justo, y así surge esta entrada sobre mis orígenes como deportista.
Tenemos que remontarnos a una calurosa mañana de 2007, domingo 5 de agosto, un día después del cumpleaños de mi padre.
Con 15 kilos más, un historial de actividad física casi nulo y un desconocimiento importante del deporte, decidí acompañar a mi padre, consolidado maratoniano, en su vuelta a los entrenamientos tras serios problemas de salud.
No corrimos más de 20 minutos (mi padre consideró que era una distancia más que adecuada para el primer día), y aunque se me hizo eterno me sorprendí enormemente de lo que era capaz de recorrer del tirón (apenas 3 kilómetros, un mundo para mí en aquella época).
Así comencé a acompañarle un par de veces en semana y posteriormente los fines de semana también, aumentando poco a poco la distancia de manera gradual.
Gracias a su tutela fui aumentando mi resistencia, perdiendo peso y conociéndole mucho mejor (parece difícil conocer más a tu propio padre, pero creedme, tantas horas corriendo juntos daban para mucho); acabé enganchado a esto de correr.
Ese mismo año participaría en mi primera carrera popular, la VII Carrera Popular Feria del Rosario de Fuengirola, ya desaparecida, donde tuve el dudoso honor de ser el primer (y último) clasificado juvenil; en cualquier caso fue un buen estímulo, aunque personalmente no corría para ganar nada, simplemente, porque me gustaba.
Una vez al mes o cada dos meses participaba con mi padre en alguna prueba popular, con bastante rendimiento dentro de mi grupo de edad, y en 2009 llegó mi debut en media maratón.
Cumplía 18 años en diciembre, pero algunas medias contemplaban la categoría Junior como “de 18 a 20 años, cumplidos en el año natural en que se celebra la prueba”, así que “legalmente” ya podía estrenarme en la que durante años sería mi distancia favorita.
No pudo ser en Torremolinos, debido a un enorme temporal de lluvia y frío, así que el debut llegó en Málaga, en la XIX edición de la media maratón ciudad de Málaga, en la que obtuve un tiempo de 1:33:46.
Hasta 2011 seguí corriendo con mi padre, participando en esos años en 14 medias maratones y varias decenas de carreras populares, cada vez con mejores tiempos; ese año, por problemas de salud, mi padre tuvo que dejar definitivamente el deporte.
Me costó varias semanas, pero al final, me decidí a seguir corriendo en solitario, hasta enero de 2013, en el que me mudé a Nijmegen para estudiar Educación Internacional en la universidad neerlandesa local.
Desde que comencé a entrenar en solitario, salvo en la XII media maratón de Málaga, en la que mi tiempo real fue de 1:29:59 (primera vez que bajaba de 1:30:00), mi rendimiento fue bastante inferior al que había tenido entrenando con mi padre, me faltaba algo… un objetivo…
En los Países Bajos el frio y el clima no fueron los más adecuados, pero me planteé un objetivo; antes de abandonarlo, en junio, recorrería a pie la distancia entre mi piso en Vossenveld (afueras de Nijmegen) y Arnhem (capital de la región), unos 30 kilómetros aproximadamente.
Nunca había corrido más de media maratón, así que, luchando contra frío, viento y tormenta, pese a ser primavera, comencé a entrenar de nuevo.
Par calentarme las orejas usaba las bragas que tenía de varias medias maratones (Marbella, por ejemplo), ya que el viento helado era habitual en mis entrenamientos y me resultaba hasta doloroso el frío en las orejas; así nació mi primer elemento identificativo: El buff.
El 19 de junio de 2009, una semana antes de dejar el país y en compañía de otros dos corredores, Olli etelämaa y Mikael Huhtakangas, empleamos un tiempo de 2:20:06 en recorrer 28,6 kilómetros que separaban Arnhem de Nijmegen, atentamente vigilados por una tormenta con un potente aparataje eléctrico, que no pudo vencernos.
Ese día supe que estaba preparado para debutar en maratón, y a mi vuelta me inscribí en el maratón de Málaga.
Combinando los entrenamientos que confeccioné de forma autodidacta tras mucho leer (libros, artículos, tesis…) con mis intensas jornadas laborales como socorrista comencé a prepararme, o de madrugada o al completar mi jornada de trabajo, con lo que se consolidó el segundo elemento por el que me suelen identificar actualmente en las carreras populares: las gafas de sol.
El camino hacia el maratón fue largo y duro, pero lleno de satisfacciones, como la continua mejora en mi marca de media maratón, hasta establecerse en 1:23:59 en la IV media maratón Rincón de la Victoria.
Además, en noviembre de ese año me estrené en trail con un inesperado podio, acabando encantado con la experiencia y, antes aun de debutar en maratón, preinscribiéndome para correr en la próxima edición de los 101 kilómetros de Ronda.
Mi debut en maratón fue la experiencia más dura que había afrontado hacia la fecha con diferencia (3:19:04, rebajado a 3:10:49 en Sevilla unos meses más tarde), pero repetí y además me vi “atrapado” por las largas distancias.
La “historia” reciente ya la conocéis… 5 maratones de asfalto, 2 de montaña y 8 ultra trail entre 2014 y la actualidad, varios cross, un triatlón… realmente demasiado, como me ha hecho ver mi retirada en Alcalá del Valle la semana pasada, en los 101 kilómetros de Ronda.
Me he visto obligado a retirarme en 2 ocasiones, en el VI Andorra Ultra Trail 2014, al que acudí de forma “express” gracias a un dorsal proporcionado por Powerbar, sin preparación ni descanso suficiente, en esta edición de los 101; además, en la I edición del Desafío del Tinto Ultra Trail, que afronté con condromalacia rotuliana, fue neutralizado a pocos kilómetros del comienzo de la prueba, por lo que sumo 3 pruebas inacabadas en estos casi 8 años.
Ello me lleva a reconsiderar mi planteamiento deportivo, en el que espaciaré más las competiciones importantes, evitaré los abusos, y volveré a correr tal y como comencé: para disfrutar.
Ha sido un placer compartir estas experiencias con vosotros, Bichos, os prometo que este verano (según la disponibilidad laboral) tenemos que quedar una tarde o noche para saludar al lobo.
¡Un abrazo!
El corredor errante
www.elcorredorerrante.com