La montaña para mí era, es y ha sido mi vía de escape y válvula de desconexión cuando el mundo me asfixiaba, y por lo fácil que es encontrar montaña por Ronda.
El 13 de Enero de 2014 llegué a mi tope cuando descubrí que al ponerme unos pantalones nuevos, comprados hace poco, no me cerraban y que algo raro pasaba aquí.
Ese día decidí irme a la montaña para replantearme aspectos que llevaban tiempo rondando en mi cabeza y ver cómo podía encauzarlos. Mi bajo estado de forma y el asma al que llevo ligado desde que nací, acarreaban serios problemas sino ponía remedio, y me plantee empezar a correr, por ser deporte accesible y barato.
A la primera intentona duré dos semanas y volví a dejarlo, harto de los inicios con agujetas. En Mayo después de los 101KM-24H, la gran prueba de la que Ronda es cuna, me dije ”yo esa la acabo el año que viene”.
Me marqué un objetivo a corto plazo para empezar, la carrera nocturna de “Las 3 Murallas”, en Ronda. “Inscripción hecha, ahora toca entrenar que no pretendo acabar arrastrándome” – me dije.
Dicha prueba constaba de un circuito de 7,5 km en dos vueltas a Ronda combinando asfalto y trail, un recorrido duro de sube y baja. Para planificarla, como no, empecé a irme a la montaña y esta vez las sensaciones eran distintas, el objetivo me animaba salir a correr y esta vez sí veía cambios, tan simples como hacer el mismo recorrido en menos tiempo.
Los días previos a la carrera fueron de mucha incertidumbre, mucho trabajo mental y el ya clásico por todos los novatos “¿Y si no la acabo?”.
La carrera no solo la acabé, lleno de dolores y calambres por supuesto, sino que la terminé con un tiempo muy respetable para el entreno que había realizado: 1h 46’. Aquel día saqué el BICHO que llevaba dentro.
Hoy más de un año después, vengo de mi visita anual al neumólogo, y no solo es que esté mejor, estoy como nunca había estado: no tengo crisis de asma, mi capacidad pulmonar ha mejorado en un 8% y peso 12kg menos que cuando me metí en este mundo.
Correr se ha convertido para mí no solo en un deporte, sino en imprescindible en mi día a día, por los valores que aporta de esfuerzo, sacrificio y superación, y además como filosofía y estilo de vida.
Por eso ahora entiendo la frase de “lo que no te mata, te hace más fuerte”. Efectivamente me hizo más fuerte mentalmente, por eso cada vez que salgo a entrenar y sobre todo a la montaña, me acuerdo de los primeros días malos. Mi reto ahora es divertirme en este mundo y seguir superándome a mí mismo.
¿Merece la pena el esfuerzo? TOTALMENTE. Y esta es la historia de cómo me convertí en Mr. Mountain.
Mr Mountain