Hace un par de semanas, recibo un mensaje corto pero intenso, uno de esos que no te esperas y que va directo a la mandíbula:
«Echo en falta un #3- 101 pasos menos para el UTMB».
Tenía toda la razón. No había escrito sobre la última carrera pero había una explicación: No tenía la motivación suficiente para ponerme a escribir sobre mi primera etapa de del desafío.
¿Debía desconectar de las carreras? ¿Me saturé de meter en la «buchaca» tantos kilómetros de una vez? ¿Muchos meses pensando en el día 101 y ahora que ha pasado he perdido la pasión por las ultras? Quién sabe….
Respondí a dicho mensaje diciendo que en mi próximo viaje de muchas horas en avión me pondría a escribir sobre mi carrera, y aquí estoy en medio del Océano Atlántico a muchos pies de altura, sobrevolando las nubes buscando la inspiración perdida estas semanas atrás para escribir algo que pueda ser de interés.
Os contare muy brevemente la carrera, ya que ni fue tan épica como mi anterior participación ni me apetece dar detalles de una carrera de guión pseudo-perfecta.
Bueno, pues allá vamos: Objetivo sub 15 horas activado.
Pre carrera: Si el año pasado viajé solo a Ronda y con todas las incógnitas de la carrera sin resolver, esta vez íbamos varios bichos a la cita, todo perfectamente coordinado por Mrs Little y nuestro lugareño Mr Mountain, pudiendo permitirme incluso el lujo de dejarme en casa mi “motivador” (colchón inflable que se desinfla por la noche lentamente hasta tocar tus huesos contra el suelo y lo que más te apetece es que amanezca y que empiece la carrera cuanto antes).
Todo lo que acontece las horas previas a la carrera ya es conocido:
llegada a Ronda – cena de la pasta con buenos amigos – noche de nervios pre carrera – caminata al estadio – nervios para coger posición adelantada en la salida – gorra en mano – vivas al rey – gorra puesta de nuevo – allá vamos.
Recogida de dorsal y de camino a la cena de la pasta
Mr Law y Mr Pro me acompañan en la salida. Todo preparado para la aventura.
La carrera: La carrera transcurre según mi plan inicial y marcando exhaustivamente los tiempos previstos en cada avituallamiento.
Las sensaciones son extrañas desde el comienzo: pesadez en las piernas y dolores puntuales en articulaciones, pero consciente de que muscularmente este año voy muy bien preparado, por lo que sigo marcando los ritmos previstos y voy llegando a los puntos de referencia principales con puntualidad británica: Km 56 (Setenil) en 7h y km 77 (Cuartel) antes de las 10h de carrera.
Km 56 en Setenil. Cumpliendo el plan al 100%. Mucha alegría ver a nuestras supporters allí.
Llego al cuartel con las fuerzas ya algo justas, no había podido comer nada sólido desde hacía 3 horas en Setenil y me había propuesto ingerir todo aquello que me pusieran por delante en el comedor para poder recargar combustible.
Problemas: estómago cerrado. Solo puedo tomar algo de sopa caliente y nada más. Esto no pinta bien. Decido salir lo antes posible de la trampa del Cuartel antes de que mi cuerpo se acostumbre al descanso. Hasta ahora los avituallamientos los había hecho muy rápidos y sin parar y me había ido bien, así seguiría esa estrategia aquí también.
Según salgo del cuartel rumbo a Montejaque, la poca sopa que me tomé en el comedor del Cuartel me empieza a molestar en el estómago y me impide correr, incluso trotar.
Ronda, tenemos un problema.
Sobre lo que pasó en los siguientes kilómetros volveré más tarde.
A 1 kilómetro de llegar a la Ermita de Montejaque recuperé las sensaciones y pude volver a correr, gracias a que pude comer una barrita de cereales, casi grano a grano, consciente de la necesidad de ingerir energías si quería llegar a ronda, aunque fuese andando.
Una vez recuperado, el resto de carrera seria apretar dientes, mantener el ritmo y mirar hacia delante.
A la 1:20 aprox. mando esta fotografía a mis compañeros de los bichos:
«Así luce el tajo ahora. No puedo quedarme. Me espera un sub 15 XD «
Y efectivamente cumplí mi objetivo con holgura: 14h 37′
Objetivo cumplido. Era lo que quería y lo que he estado buscando durante 3 meses de entrenamientos.
Cruzo la meta. Sí, estoy contento, pero me falta algo.
Había soñado ese momento muchas veces durante los entrenamientos y se me saltaban las lágrimas pensando en ese momento y ver a mis amigos allí esperándome.
Al llegar a Ronda efectivamente mis amigos que pudieron ir estaban allí esperándome (lo demás estaban también de alguna forma presentes), pero las lágrimas no aparecieron.
Fotografía tomada por mis amigos al entrar en meta. Gracias chic@s. Me alegré mucho de veros allí y de sentir al resto de la manada desde la distancia.
¿Por qué no salieron las lágrimas? Todo salió según lo planificado y soñado. ¿Entonces? ¿Qué es ese algo que me falta?
Cuando salí del cuartel con mi estómago dolorido por la paliza que le había dado de mucha agua y poco sólido, fui consciente de que no volvería a correr esa noche, que mis opciones de sub 15 se me iban reduciendo por cada corredor que me adelantaba mientras yo encaraba la larga noche rondeña con paso lento resignado a mi destino.
En ese momento empecé a pensar de que había estado buscando durante todo el día algo que no es habitual en mí: una marca.
Sería por falta de energía en mi cuerpo, por el cansancio o por el agotamiento mental, que me culpaba de haber querido hacer algo que va en contra del significado del running para mí. Perseguir una marca es una buena forma de auto motivarse, pero una vez en competición, lo que siempre busco es disfrutar.
Me culpaba de haber querido hacer algo que, en ese momento, pensaba que no era capaz.
Supongo que en esa caminata lentorra por la sierra debiera haberme culpado de todo el esfuerzo invertido, de levantarme los domingos muy temprano para entrenar, del tiempo robado a mi familia, y todo esos pequeños sacrificios que hacemos los que nos hemos enamorado de este deporte.
Pero no me sentía así. Sabía que lo había hecho todo bien.
Debido a mi falta de tiempo disponible, pedí ayuda a un entrenador profesional para tener el máximo rendimiento del tiempo invertido.
Para cuidar mi salud, hace ya tiempo hemos adaptado hábitos de comida saludable en casa y seleccionaba en lo posible la comida cuando debía comer fuera.
Para afectar lo menos posible mis entrenos a mi familia, entrenaba por las noches, a la hora de comer en el trabajo y hacía las tiradas largas muy temprano para volver a casa pronto.
Entonces, ¿por qué no me alegro de mi tiempo o al menos de haber terminado?
Siempre pensé que bajar de 15h los 101 era para gente que sabía correr en montaña. Sin embargo no me siento parte integrante de ese grupo de “élite.”
Ahora que escribo estas líneas, pienso que la razón de no sentirme “Dios del Olimpo” al cruzar la línea de meta es porque me rendí 24 kilómetros atrás. En ese momento tiré la toalla. Pensé que no podía correr y me lo creí. Game Over.
Acepté que mientras mantuviera ese ritmo de caminata llegaría a ronda en al menos 6 horas más…
Me ganó la mente. Me dejé engañar por el cansancio (incluso momentáneamente se me paso por la cabeza echar una cabezadita en alguna piedra, el sueño incluso me iba a vencer), y eso no estaba en mi plan. No contaba con esa parte. Esa supuesta experiencia que me hacía ver la carrera fácil y controlada me controló a mí.
No me acordé de la carrera del año pasado, de los 3 take-down que tuve y las 3 resurrecciones posteriores.
Scott Jurek, uno de los ultra fondistas más laureados de la historia, en su libro «correr, comer, vivir» cuenta lo que hace cuando le salen mal las cosas en una carrera:
1. Lamentarse de lo ocurrido y echarse la culpa. Desahogarse, somos humanos y tenemos sentimientos.
2. Analizar la situación y tomar una decisión. Ver en qué momento nos hemos equivocado y ver las opciones disponibles.
3. Actuar. Llevar a cabo la estrategia marcada.
4. Aprender de lo ocurrido. No puede volver a pasar, somos humanos pero racionales.
Pues eso debiera haber hecho yo. Pero ni tan siquiera inicie la primera parte. No llore, no me enrabiete, ni un grito de desesperación… simplemente agaché la cabeza y lo acepté.
Echando la vista atrás, solo hace 2 años que llevo entrenando y me falta mucho por aprender, muchas carreras por correr y como dice uno de los más grandes atletas (*) que conozco: lo mejor está siempre por llegar.
(*): él no gana carreras, pero nuestro Fali se gana la vida día a día, y nos enseña cómo se debe disfrutar de ella.
Me quedo con eso último: lo mejor está siempre por llegar. Aunque estas semanas las veces que he rodado no me haya cruzado con ese feeling que tanto nos gusta a los que corremos, no puedo dejar que la mente me vuelva a ganar.
En el fondo si escribo este texto es porque hago lo que Scott Jurek decía, ahora toca aprender y a que no vuelva a suceder.
Mañana empiezo mi nueva aventura, un pasito más lejos para estar un pasito más cerca del desafío UTMB 2017 , aunque mejor dicho, serian 125 pasos más cerca.
4 meses, 16 semanas, 110 días, 125 kilómetros y mucha ilusión por un reto de nivel superior a lo que me he enfrentado hasta ahora. Esta vez sigo confiando en mi entrenador y en la fuerza de la manada empujando por detrás.
Átense los cinturones, pongan el asiento en posición vertical y prepárense, que en breve comenzamos el vuelo.
Mr M